lunes, 11 de febrero de 2008

Percecusión







De pronto caí,
No sentí mi cuerpo,
Era como estar quedándose dormido en medio de una clase interesante.
Hormigueo en los brazos,
Pulmones que se comprimen,
Parpados q se unen,
Tu consiente que te dice que ya no tiene el control (que lo intento todo, pero sin éxito).


Así como siempre hay un imbecil en una reunión,
Siempre hay un medico en todos lados.
Y todos, absolutamente todos, hacen la misma pregunta en el momento en que tu inconsciente esta tratando de bloquearla.
Como si una pudiera en ese momento ubicarse en el calendario
Y encima contar.


En fin, volvamos a mis adentros.
Incontrolables ganas de llorar
Producto del miedo ante el caos sensorial.

Necesidad de una cara conocida en quien depositar algo de alivio.

SILENCIO!.....sintonizo un dialogo muy cerca.
Y no me agrada, no quiero escucharlo.
Ellas hablan sobre un saber, tienen en sus manos muchos cuadernos.
Algo en sus palabras me da escalofríos
Sentí el miedo paralizar mis músculos por unos segundos y al instante activarlos, impulsarlos……
Fue inevitable sentirme un animal escapando de su depredador.
Ejecte del piso a la calle sin escala
Corrí
Corrí
Corrí
Hasta que mis pulmones pidieron tregua.
Mire atrás.
No estaban
Pero los cuadernos si. En mi mochila, y pesaban, y no me dejaban correr.
Así que empuje la mochila fuera de mi, y seguí.

TAXIIIII!!!
Taxista: hasta donde?
Yo: me llevaría a Córdoba, a Capilla del Monte?
T: lo dudo niña, eso esta muy lejos. Pero si queres puedo recorrer toda la Ciudad
Y: sssffffuuuuuuuuuu! eso estaría muy bien...








-12/10/07- vale aclarar que el viaje fue de lo mejor.

Ya que amo viajar y mas de noche y mas por la ciudad.

12 comentarios:

Basquiat dijo...

lo he sentido casi como la escena de una pelicula, en donde la protagonista sale huyendo, no se si el desvanecimiento previo es de manera involuntaria (y esto me hace acordar al personaje de la pelicula de Gus Van Sant, my own private idaho) o ante tanta presión, lo que si sé es que la última escena del paseo en taxi es su momento de redención.
o tal vez he visto mucho cine raro o he oído demasiada música, me gustó mucho además el tema de las pelotas, no lo había oído.
seguimos en contacto, besotesss para tí.

Juan de la Cruz Olariaga dijo...

Lindo relato, imposible no vivirlo al leerlo, la inconciencia, la impotencia, la fuga y el vuelo por una ciudad que te recogía con su noche. Hermoso, me encantó, me tendrás seguido. Te dejo un beso.

Gabriel dijo...

Un viaje...onírico.
Muy cinematográfico.
Un abrazo y gracias por tu visita.

Gabriel

UMA dijo...

A mi tambièn me supo a trailer, me alegra saber que fuiste capaz de botar la mochila y disfrutar el viaje, hay lugares en los que no debièramos estar.
Un beso Ro

MaLena Ezcurra dijo...

Corrí, corrí y nada...
Ay de Buenos Aires, tan drámatica tantas veces, lamentablemente.
No lo veo tan cinematográfico, ayer me paso algo extraño y denso en la calle.

Un abrazo, merci por pasar por mi tienda turca.


MaLe.

Mucha dijo...

hermoso tu relato

Currito dijo...

La ciudad... Las luces de neón... El olor a comida que salen de los bares... ¡Quiero vivir en la ciudad!

Javier Galarza dijo...

que bueno. recuerdo un otoño de semana santa, viajando horas bajo la llovizna, hasta llegar a capilla y hospedarme en una casa colonial con vista al uritorco.
y la vuelta a la ciudad. es salvaje.

Anónimo dijo...

mrd. no encuentro tu mail y este jueves abro un grupo.
bueno, quería avisarte eso.

UMA dijo...

Estuve por acà-
Aprovecho a dejarte un abrazo.

Unknown dijo...

guau, intensidad y colorido, ambientado como una novela negra, donde misterio, intriga y tensión son los protagonistas..... muy bueno

has pensado que estas microcapsulas que contienen todo un mundo dentro, podrian ser perfectamente un anuncio de televisión o un cortometraje, porque no se leen, directamente se visualizan.
un beso grande y lleno de ternura

Arcángel Mirón dijo...

Qué terrible es querer huir de algo y no poder, porque te das cuenta de que ese algo va con vos a todos lados. Somos complejos, a veces insoportables.
Hay días en que deberíamos divorciarnos de nosotros mismos, aunque sea para darnos cuenta de lo mucho que nos amamos.